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Instrucciones para dormir despierto

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¿Cuándo  fue la última vez que dormimos juntos escuchando la lluvia? Ah, sí, ya recuerdo. Era hermoso sentir el calor de nuestros cuerpos y escuchar la sinfonía que se producía con el agua y con el techo. Y sentir que estábamos unidos por el silencio y el tacto en esa habitación. Ese era nuestro mundo. Así eran nuestras vidas. Y me hubiera parecido que esos días fueron eternos. Eran como una poca de miel en los labios. Así eran nuestros días. Así era nuestro sueño.

No vengas a visitarme

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No vengas a buscarme Por favor, no lo hagas Romperías el equilibrio de esta casa Que se sostiene de una pluma sobre el lago de mis demonios Se hundiría irremediablemente Entre el líquido de los muertos Un líquido lleno de deseos y sonrisas agridulces Uno lleno de piel y pestañas largas Con olor a pan y legumbres podridas del refrigerador Por eso, por favor, no vengas aquí Realmente no es tan necesario Uno debe aprender a morir solo Y a coser su boca con alambre de púas Con púas de piel de cebra Con filos como labios de niños. No vengas porque ya me acostumbré a no verte Y no te lo digo como un reproche Esto es todo, menos eso Te lo digo como un lamento del estómago Como un quejido de sueño Te lo digo porque ya memoricé todas las arrugas de mi cama Todas las grietas de mi techo Todas las erupciones de mi piel Con todo y sus escalofríos. Solo no te sientas obligada a visitarme Yo entenderé, como siempre Que allá afuera hay un mundo qué salvar y cuentas qué pagar...

Una forma de morirse lentamente

"Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño,  así una vida bien usada causa una dulce muerte". Da Vinci He intentado morirme lentamente. Morirme de a poco, de a poquito, como los náufragos o los moribundos en medio del desierto. Morirme a cuentagotas. Una vez un amigo se murió por un puyón en el estómago. Tardó dos días en morir. Fue feo, pero preferiría morirme más lentamente. Me la pasaría, de seguro, pensando en las cosas que dejo inconclusas o en todas las cosas que dejé de hacer por miedo a fracasar o por temor a equivocarme. Porque morirse de golpe, así, abruptamente, es como cerrar un libro a medio capítulo, como echar a perder un buen orgasmo, como olvidar algo valioso a medio camino. Quiero morirme lentamente porque no me gustan las prisas. Me gustan los instantes. Los momentos. Me moriría así justamente para saborearlos y mirar cómo se me escapan los segundos de la vida. Los hombres, sin lugar a dudas, somos algo efímero. Un instante. Casi ...

Historia de los imbéciles

1. El señorito "No hay libros morales ni inmorales. Los libros están bien o mal escritos. Sencillamente".Oscar Wild.         El señorito imbécil se levanta de su cama y se mira al espejo todos los días. Generalmente le gusta lo que ve. Él no sabe que es un imbécil, no a ciencia cierta, pero lo presiente. Ayer lo intuyó al verse otra vez frente al espejo. Su hermano mayor lo estaba mirando. Él se percató de cómo él sonrió. El señorito imbécil tiene malos hábitos, como todo imbécil, pero él los tiene finos. Coge la tasa como un imbécil, camina como tal y hasta habla como uno. Tiene amigos que celebran sus imbecilidades. Solo que ellos no se enteran de su misma condición. A veces él les hace regalos o les juega bromas para parecer menos imbécil que ellos, pero siempre encuentran el modo de dejarlo en evidencia. Papá es dueño de un establecimiento donde gente seria se anima a llegar. Mamá vive de una jugosa pensión por pasarse treinta años enseñando a ser i...

De los riesgos de ser un hombre maravilloso

Marcela, la niña de la tienda (la de los ojos azules) me dijo hoy que yo era un hombre maravilloso. Me lo dijo seria, de frente, mientras me sujetaba la mano con fuerza cuando me daba el vuelto. — Es usted un hombre maravilloso. Sentí frío, sobre todo porque su mano estaba helada y había estado parado debajo de la noche durante los diez minutos que tardaron los demás clientes en salir. —Es usted un hombre maravilloso — me dijo. Me lo dijo después con los ojos. Me lo dijo con algo de lástima porque sabía que no me volvería a ver. Ambos lo sabíamos. — Escape. Huya. Hoy. Esta noche . Me temblaron las rodillas. 

El tipo de debajo de la cocina - (1)

I Hay un tipo debajo de la cocina. No sé cómo llego ahí, pero ahí está. Llevo tres horas viéndolo moverse y temblar. A veces pareciera estar dormido, pero cuando menos me lo espero comienza a gritar y a convulsionarse. Me da un poco de lástima. Hace unos minutos Mimí me llamó para contarme que había un tipo debajo de su cocina también. Me pasé parte de la mañana sentado en el sofá viendo cómo convulsionaba cuando sonó el celular. Cuando corté, el tipo ya se había ido. Me puse de pie y descolgué mi winchester que guardo junto a la sala y seguí sus huellas: estaban húmedas y algosas. Con el cañón del arma abrí la puerta que daba al patio. La noche estaba húmeda y brumosa. Hice un disparo al aire pero no escuché nada. La oscuridad y el frío eran impenetrables. Me agaché para mirar debajo de la cocina y fue ahí cuando los vi: adheridos, incrustados. Era una veintena de huevecillos que parecían estar todavía calientes. -No los toques- me dijo Lulú, mientras ponía su cartera en el sofá- No s...

Quemar buses y reír

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Buses en llamas. Niños que se queman. El hierro se coce. Nadie parece oír, pero los huesos crujen. La gente lo sabe, y no es que no quieran escuchar. Es sólo que el sonido se ha vuelto tan cotidiano.

Pensamientos de la mañana:

Me sumerjo en las profundidades de mi trabajo. Creo que me automatizo y me hallo rodeado de una montaña de carpetas y portafolios. Mi vida gira en este pequeño lugar. Ahí afuera hay voces, pero me importa más mi trabajo: estos números, las personas detrás de ellos, los panes con crema, la música que brota del audífono, los panes con crema machacados en mi boca, las flores, la tilde, más panes, el lápiz, las esferas de cristal, y los niños que juegan en las escaleras de mi memoria. Nada que venga de allá fuera me dañará. Que nadie se atreva a derribarme de mi roca. Nadie me toca. Sigo calificando. ... Falta un hora. faltan diez. faltan tres. dos. uno. Guardo mis cosas. Descubro que me sudan las manos.

Instrucciones para pulverizar una roca

Pósese es una calle cualquiera que no esté asfaltada, ni empedrada, mucho menos adoquinada. De preferencia encementada y que sea arteria principal. No escoja cualquier tipo de auto. Los hay de primera. Elija el que prefiera con la condición de que no sea americano. Espere pacientemente. Disfrute del paisaje si lo hay. Se recomienda que no sea en día de lluvia o se lavará con facilidad. Déjese en reposo el tiempo suficiente hasta verse* diluido. Las sustancias duras comenzarán a emerger. Después de algunas horas, dependiendo de la movilidad del tráfico, el pavimento será una perfecta mancha grisácea o marrón, dependiendo de la calidad de los materiales. El resultado dependerá también de la temperatura ambiente. No espere a que las sustancias blandas se evaporen. La acción del sol no es siempre la misma en la mayoría de los casos. Repita al gusto. Advertencia. La roca debe ser de ciudad. Evite mezclarla con ripio. No use piedra de río ni de origen volcánico. El tamaño de la mancha no dep...
Son sólo un par de piernas- dijo el grillo juan, y se las quitó

Mi

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Voy a matarte- dijo el gnomo a la sirena Yo también –susurró desde la roca- a mí.

Mono (S XIX)

Después de caminar un rato nos detuvimos. La calle estaba sola. Hablabamos del rumbo más corto que deberíamos seguir para regresar a casa pues la tarde se comenzaba a poner. Entonces lo vi. Como a cuatro cuadras del lugar. Parecía edificio viejo. Estaba sentado, nada más con la cara hacia el oeste, como meditando. La melena le caí sobre un costado. La poca gente que lo vió ni se inmutó. Tomaron la precaución más leve: retirarse en silencio. Nada de pánico ni descontrol . En cuanto a mí, ver esa imagen me aterró descomunalmente. Tengo un problema en mi pierna izquierda que me impide caminar bien. Se lo hice saber a Josué pero igual no se inmutó. Siguió platicando con un amigo que acabábamos de encontrar. No comprendían mi terror. Me despedí levemente alterado y comencé a deslizarme hacia el este, con evidente prisa. No había avanzado ni veinte metros cuando me asaltó el deseo por regresar. Debía regresar. Por los dos. Inicié mi retorno dificultoso. Cogeaba con ahínco, con la esperanz...

Fobias 1

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Las fobias son a veces tan divertidas. Sé que en algún momento deberemos enfrentarlas. No se puede pasar con fobias toda la vida. Tarde o temprano se sueñan y se vuleven realidad. Por ejemplo: la fobia por las cucarachas. No es que me aterren. Las he visto pasar por la cocina, o en la calle o desaparecer en alguna alcantarilla. Eso es lo de menos. Uno goza escuchando cómo crujen debajo del zapato. O da cólera cuando se avienta una chancleta y no da en el blanco. (¡Mierda, maldita cuca hija de...!) Cuca, sí, esa cuca que ha de sobrevivir a veinte bombas atómicas. Uno se divierte fumigando debajo de la mesa. Es sabroso ver si retuercen y patalean hasta que se dejan de mover. Y a veces siguen con vida. Yo lo sé. Hay las que desarrollan inmunidad. Pero... y si depronto, uno llega cansado del trabajo y va al baño con esperanza de desahogarse, y se encuentra con una cucaracha de metro y medio que te acaricia la cara con ternura, con antenas resbalozas, para luego comenzar a comerce tu cabell...

Rutina

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Despierto en otra parte. Esta vez, lo primero que veo es a una mujer del otro lado del cristal. No me ve. Es lo único que importa. Sentirla en mis ojos vidriosos y cansados. Bajo del autobús y algo impide que baje por completo. Me veo en la parada caminando hacia la esquina, despacio y muy lejos hasta que me pierdo de vista. No se trata de algo serio. Pero me incomoda que suceda esto, sabes. Creo estar llegando a mi casa. Creo saludar a mi esposa. Creo cenar. Dormir. Y morir. A la mañana siguiente voy al trabajo. Descubro al motorista que me observa. Miro el billete en la palma de mi mano. No subo por completo. Siento que la angustia carcome mis sentidos y mis pies. Y me quedo, en la parada, otra vez, mirando cómo se aleja el autobús hasta que lo pierdo de vista.

Propósitos del Blog

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Creo que algunos de los propósitos de este blog son los siguientes, tal vez esto pudo publicase en un inicio, pero ha sido más saludable para mí hacerlo ahora: 1.Conocerme más a fondo El hecho de escribir y publicar en este bolg me da una mayor noción de saber qué es lo que quiero y poder ver con otros ojos mi trabajo. Evaluarme. Y, hasta cierto punto, descubrir qué es lo que puedo hacer y hasta dónde puedo llegar. 2. Desarrollar aún más el hábito de escribir Es decir, hacer de esto una práctica constante (más todavía). Escribir, qué escribir, cómo darme a explicar, qué quiero expresar, escribir otra vez, etc. 3.Compartir Compartir mi manera de ser. Así de sencillo. Conocer y saber sus comentarios o sugerencias (de los demás usuarios), así como poder visitar sus blogs también. 4.Expresarme Decir lo que pienso y creo sobre cualquier cosa Una niña que va a La Casa que se llama Ana tenía razón: el blog puede ser adictivo.

Insomnio

Tuvo uno bueno. Le vino de golpe, como chispazo. Por más que se revolvía le permanecía aferrado, como una chinche. Tuvo dolores en el cuello y fuertes ataques de migraña. Pero no así tan pesados como los de esa ocasión. Se la pasaba leyendo, o trabajando en algún libro cuando el malestar se lo permitía. Otras veces sólo miraba hacia al suelo y repetía una letanía irreverente. Ayer en la noche se fue al cementerio de al lado. Cavó una zanja profunda y se abandonó. Se le durmieron las piernas, luego las manos, después la cara, por último el cerebro. Se quedó así, rígido, tiezo, con los brazos extendidos pegados a su cuerpo. Se le cruzó la idea de abrir los ojos para ver si el insomnio rondaba todavía. Pero ya no era necesario. Esa fue la primera noche en la que pudo al fin descanzar en paz.