Rutina

Bajo del autobús y algo impide que baje por completo. Me veo en la parada caminando hacia la esquina, despacio y muy lejos hasta que me pierdo de vista.
No se trata de algo serio. Pero me incomoda que suceda esto, sabes. Creo estar llegando a mi casa. Creo saludar a mi esposa. Creo cenar. Dormir. Y morir.
A la mañana siguiente voy al trabajo. Descubro al motorista que me observa. Miro el billete en la palma de mi mano. No subo por completo. Siento que la angustia carcome mis sentidos y mis pies. Y me quedo, en la parada, otra vez, mirando cómo se aleja el autobús hasta que lo pierdo de vista.
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