Pantógrafo Editores: una nueva antología de educadores

El pasado sábado 22 de octubre presenté mi primer proyecto antológico: "Cuentos Indispensables" bajo el sello de Pantógrafo Editores. Fue una tarde muy especial donde pude compartir con amigos y colegas que nos acompañaron, que leyeron, y que compraron el libro.

Creo que lo más importante de todo esto ha sido la propuesta literaria: el haber reunido a varios colegas narradores y poder compartir sus historias en un pequeño y bonito libro. También lo veo como un enorme aprendizaje para mi formación literaria y editorial (uno va aprendiendo en el camino), y me entusiasma haber creado una plataforma de difusión y un espacio de encuentro de muchas voces interesantes.

El amigo Manuel Cerón escribió una breve reseña del evento.




Y comparto acá las palabras preliminares de la antología:

A lo largo de la historia salvadoreña hemos contado con una cantidad considerable de educadores que han sabido combinar la enseñanza con la pasión por la literatura de manera asombrosa. Juan Ramón Uriarte, Alberto Masferrer, Eva Alcaine de Palomo y Francisco Andrés Escobar son solo algunos ejemplos, quienes no sólo dedicaron gran parte de su tiempo a una intensa labor educativa, sino que supieron transmitir el amor por este oficio, ejerciéndolo, es decir, escribiendo y publicando periódicamente.

Durante el siglo XX y a inicios del XXI, uno de los retos de las sociedades latinoamericanas ha sido el aumentar los niveles de calidad educativa en sus respectivos países, y dos de las habilidades fundamentales para que esto se logre son, indudablemente, aprender a leer y escribir. El maestro Alberto Masferrer señaló, en su ensayo Leer y escribir, que el principal problema que debíamos tratar en nuestra vida intelectual como salvadoreños era aprender a leer, porque «una nación inculta es una nación fácil de manipular y de dominar».

Sin embargo, hasta la fecha, no ha existido ningún plan nacional que fomente seria y prolongadamente este tipo de iniciativas en las escuelas; de hecho, en el sector público ni siquiera se cuenta con las condiciones necesarias para implementarlas. Y los maestros, aquellos quienes alternan su vida como docentes y escritores, y que buscan estimular la creatividad y el aprendizaje autónomo en sus chicos y chicas, ¿quiénes son? ¿Dónde se encuentran? ¿Dónde podemos leer sus trabajos? Lamentablemente, las autoridades educativas tampoco han tenido una visión clara sobre cómo estimular el talento de sus educadores y, de algún modo, este es uno de los principales propósitos que conlleva también esta publicación.

El talento que los colegas proyectan en cada uno de estos relatos nos hace pensar en la buena salud que goza hoy en día la narrativa salvadoreña. En cada una de estas historias se hilvanan detalles, hechos y emociones que nos encaminan a un descubrimiento tierno o atroz, a través de vidas comunes, en lo pequeño y hasta en lo íntimo, para comprender así a una sociedad entera. ¿Cómo duele lo social en los rincones personales? En estos relatos, escritos con honestidad y valentía, no vamos a encontrar respuestas, sino un estado de constante interrogación. Relatos como Mi hogar ya no está, de Dámaris Marroquín, La granjita poética de Edelmira Morales, y La audición de Esaú Deleón, tienen claramente un público infantil. El primero es un retrato de la destrucción de los hábitats y cómo esto afecta a diferentes especies animales, mientras que el segundo y el tercero se conjugan perfectamente para demostrar que el arte y el juego son siempre sinónimos de libertad, incluso en tiempos de confinamiento. El trencito de Alberto Pocasangre, Eugenia de Kenny López y El dolor de la risa de Astrid Menjívar perfilan relaciones íntimas, poderosas, escritas desde el asomo de la despedida o el rencuentro; mientras que Gestiones públicas de Antonio Cruz y La mujer del revólver de Mario Juárez bordean la temática social y realista en el contexto salvadoreño. El presentimiento de Jacqueline Zamora y La flor violeta de Erick Sánchez, en cambio, son relatos que se revelan desde lo fantástico, el primero desde lo insólito en el espacio cotidiano, y el segundo, desde la configuración de un mundo mitológico de ensueño.  

Deseamos que disfruten de esta compilación que esperamos sea la primera de muchas, pues uno de los objetivos de Pantógrafo Editores es canalizar esos talentos y dibujar así un mapa de educadores literatos en el sistema nacional. Tenemos la certeza de que la relación entre educadores y estudiantes es simbiótica: en la medida que estimulemos a nuestros maestros y maestras, estaremos estimulando también el talento de nuestros niños y niñas.

Confiamos que el buen lector halle en estas páginas el peso y la urgencia de sus premisas.

Los editores.

 


Aún no estoy seguro de sacar otra antología en el 2023, pero me la he pasado bien, me he divertido y me gusta creer que mucha gente se la ha pasado bien también. 

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