La desvalorización pública de la educación
Mis estudiantes, en una actividad en el aula.
Juguemos a suponer:
Supongamos que a la gente le interesa la cultura y la educación. Se nos dice que el futuro del país es nuestra niñez y juventud, y que de su formación depende no solo nuestro desarrollo económico, sino nuestro bienestar social. Se nos ha enseñado que la escuela es importante. Que los maestros son agentes de cambio, y que un libro, una hora de clases, un examen no es un gasto, sino una inversión.
Supongamos que creemos esto y hacemos,
todos, de la educación nuestra principal apuesta como país. Exigimos que el PIB destinado a este rubro
asciende del 3% a un 6%, y que esperamos a que llegue al 7.2 % como lo tiene actualmente Costa
Rica. Imaginemos que creemos en la apuesta de los políticos, y que los partidos
acuerdan una política pública educativa, no de gobierno, sino de Estado y de
largo plazo, que se respete y se fortalezca, teniendo como objetivo el
seguimiento de procesos que nos encaminen a formar un mejor salvadoreño.
Si aún esto no fuera posible
por parte de los políticos, sigamos imaginando: los principales medios de
comunicación añaden en sus agendas programas culturales, temas de investigación
educativa, antropología, historia, literatura y medio ambiente. En los
periódicos de principal circulación se promueve durante todo el año la lectura,
la escritura, las ciencias naturales y exactas, la agenda cultural de y para
niños y jóvenes. Que existan programas de debates donde se den cita maestros,
artistas, deportistas, políticos, investigadores educativos, estudiantes y
padres de familia que hablen sobre sus principales hallazgos y logros en
materia de desarrollo social y cultural.
Supongamos que la educación no
está en tercer o cuarto plano en la sociedad salvadoreña. Presumamos que nos
tomamos en serio aquello de “la violencia se previene con deporte y educación”,
o lo de “un atleta más es un delincuente menos”. Digamos que creemos en eso y
que como obreros, profesionales, empresarios, organizaciones sociales nos damos
a la tarea de poner sobre la mesa el tema educativo como punta de lanza para
combatir nuestros principales problemas sociales.
Hagamos como si los temas
educativos nos importaran tanto como le importó a Cuba hace cincuenta años, o a
Costa Rica, Chile, Singapur o Finlandia hace treinta y cinco. Presumamos que al gobierno, a
los empresarios, a los medios de comunicación, universidades, organizaciones civiles, todos, sin excepción,
creemos que mientras más se hable de temas educativos, que discutamos y
promovamos lo crucial que es formar mejores salvadoreños, que se debata
sobre las mejores estrategias para que los estudiantes alcancen el éxito
educativo … mientras más cambios hagamos en nuestra actitud, más oportunidades
de mejorar nuestra calidad de vida tendremos. Imaginemos, como dijo John Lennon,
nada más.
Lastimosamente el cinismo de los
políticos, la frivolidad del ciudadano promedio y la falta de sensatez a la
hora de plantearnos estos temas hará que la siguiente semana la agenda
mediática (incluso nuestros temas de conversación) regresarán a los
espectáculos, el fútbol, a la seguridad social, a los temas políticos, etc. En El Salvador, en realidad, la educación es
un tópico más que los políticos y medios de comunicación nos recuerdan previo a
las campañas electorales o cuando las gremiales de maestros protestan y
demandan mejoras salariales.
¿Existen programas en radio o
televisión que se dediquen a discutir temas educativos, de aprendizaje, de
gestión escolar, estrategias de aprendizaje o de políticas educativas? Si es así, ¿usted los sintoniza? Pareciera ser que solo cuando se acerca la PAES o el Día del Maestro el tópico asoma
en las redes sociales, en las telerevistas, en los noticieros y los periódicos.
El resto del año "lo educativo" está ausente de la primera plana.
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