El asesinato del Dr. Manuel Enrique Araujo, según Don Julio Contreras Castro

Imagen tomada del grupo Nuestro El Salvador de antaño.

Los motivos y autores intelectuales del magnicidio del Dr. Manuel Enrique Araujo nunca han sido descubiertos. Hay un mar de dudas y teorías que van desde un lío de faldas hasta la participación del presidente de Guatemala, Manuel Estrada Cabrera. Lo cierto es que, durante los días siguientes del atentado, ocurrieron cosas extrañas, como el suicidio de un testigo clave en el asesinato y el fusilamiento casi expreso de los autores materiales del hecho. No hubo una completa investigación, ni una confesión. Algo que hace despertar más dudas y misterios en torno a este personaje que para muchos, fue de los mejores presidentes de nuestro país.

En un día como hoy he querido reproducir el texto íntegro de Don Julio Contreras Castro, autor de Estampas del viejo San Salvador, y supuesto testigo del asesinato del Presidente. Dejo, a continuación, el texto:

"De aquel hombre sí podríamos referirnos ampliamente, pues éramos ya un remedo de hombrecitos que paseábamos en los parques en las noches de Concierto, así como lo hacían funcionarios públicos. Recordamos como si fuera ayer, que esa noche, como de costumbre, con unos amigos, entre ellos Jesús Velásquez Rivera, Ricardo Barraza y otros, estábamos sentados en una banca a diez pasos de la que ocupaba el Dr. Araujo. Era una banca sencilla, de madera, que era custodiada antes de que el Dr. llegara por un agente de la Policía Municipal, pero que al llegar el Doctor este agente se retiraba. Unos cinco minutos antes del crimen, nosotros abandonamos nuestra banca para ir a dar vueltas al rededor del parque, como era costumbre en aquellos tiempos y, cuando íbamos frente al Hotel Nuevo Mundo, vimos el desparpajo de la gente y se oyeron unos disparos de revólver. La gente corría sin saber lo que ocurría y fue hasta que llegamos a la siguiente esquina, o sea, frente al Casino Salvadoreño, que ya oímos la triste noticia de que habían asesinado al Presidente y que ya le llevaban a Casa Presidencial. Fue hasta el 9 de febrero que le declararon muerto.

Como era costumbre en aquellos tiempos, los Presidentes paseaban por la ciudad sin más custodia que su propia conciencia. El Dr. Manuel Enrique Araujo, por ejemplo, salía todas las tardes de paseo por la Finca Modelo y regresaba como a las cinco, paseo que lo hacía en el coche presidencial que era una lujosa "Victoria! al descubierto, tirada por hermosos caballos. Cuando pasaba por el hoy Mercado Belloso, una chiquillada como de 15 cipotes se alineaban en la acera para hacerle honores al Presidente y éste, desde luego, detenía la marcha y cada cipote recibía de él una moneda. Esto era de todos los días y el Dr. gozaba con esa muestra de cariño de tales cipotes". 

Aquí termina el capítulo del libro concerniente al presidente Araujo. Arriba podrán apreciar el momento del fusilamiento de los asesinos Virgilio Mulatillo, Fabián Graciano y Fermín Pérez, en el paredón poniente del Campo Marte, hoy Jardín Infantil. Como sucedió con John F. Kennedy, quizá nunca sepamos la verdad detrás de los hechos. Para cerrar, dejo un reportaje de uno de los descendientes del Araujo que se publicó en la revista Vértice hace diez años.