¿Qué se nos olvidó a los docentes?

¿Qué se nos olvidó a los docentes? Lo mismo me pregunté, y esto me respondí:

Esto es pura vocación

No puedo imaginarme a un arquitecto sin inteligencia espacial. Mucho menos a un paracaidista que le tenga miedo a las alturas. Así me cuesta imaginarme a un docente que carezca de una paciencia descomunal, que no sienta orgullo por lo que hace y que no dimensione lo trascendental de su labor. Un docente con vocación disfruta lo que hace, porque entiende que puede influir en el destino de muchas personas, incluso en el devenir histórico de un país. Es un asunto delicado. Uno trata de ser modelo de responsabilidad y civismo. En pocas palabras, una persona decente. Aunque esto implique tener al profe como un mito que se le exige santidad. En esto no comulgo, porque somos personas que cometemos errores. Pero sí va la cosa aquí.

Paciencia

Paciente no es sinónimo de tolerancia o flojera. Uno asume el reto de ser un paciente dentro y fuera del aula con situaciones que están fuera de su control. Como tener paciencia en el proceso de aprendizaje de cada estudiante. A Juanito le cuestan las matemáticas, ¿por qué? ¿cómo le ayudo?
El padre de Juanito me tiene harto con sus quejas. Relax. Los docentes padecemos de altos índices de estrés y trabajamos para ganarnos la vida, no para quitárnosla. Reitero, ser paciente no es sinónimo de flojo. A medida que se le exige al estudiante, mejores serán sus frutos. ¿A lo mejor necesitemos ser pacientes con nuestro compañero de trabajo? Quizás.

Actitud para aprender

Terminamos de aprender hasta que nos morimos. Entonces ¿por qué dejamos de actualizarnos? ¿ o por qué no aprendemos lo bueno de nuestro compañero, o de nuestro estudiante en lugar de hacerlo nuestra comidilla? Nos hace falta humildad y responsabilidad con nosotros mismos. Ya tenemos encima en siglo XXI y algunos colegas siguen pensando como en el siglo XIX.

Hacer lo que corresponde hacer y hacerlo bien

Simple filosofía de trabajo. Desechar la ley del mínimo esfuerzo y devengar justamente un salario, por más miserable que sea, teniendo la satisfacción de que hicimos algo bien por nosotros mismos y por la humanidad.

Quizá se nos olvidan otras cosas, pero casi siemrpe la respuesta está en el estudiante. Todo se resume en hacer las cosas como se deben, sin importar si los demás no lo hacen bien; es la misma satisfacción por su buen trabajo lo que a uno le llena de orgullo.


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Buen post. Me identifico bastante con el de hecho, estoy en este momento terminando el cole, y viendo para atrás, sin duda las materias que siempre a uno más le llamaron la atención fueron aquellas en las que el profe se esmeró en enseñarnos e impulsarnos.
En los temas relacionados a esas materias, la mayoría de los estudiantes logramos analizar y progresar, y paulatinamente el interés fue creciendo. Mientras tanto, aquellas materias en las cuales los maestros fueron pura paja, nada que ver...
Lastimosamente fueron pocos los profesores que hicieron las cosas y las hicieron bien.
Me pregunto yo, y si todos fueran así? hasta donde llegaría el progreso de un alumno en sus épocas colegiales? dónde estaríamos?
Erick Rivera ha dicho que…
hey viejo, no somos monjes, pero si comparto la idea que los alumnos deben aprender de nosotros, talvez no la moral perfecta, pero si la ética suficiente para enfrentarse a los problemas de la vida con dignidad y seguridad.
comentario aparte ya entre en eso del facebook, buscame como erick sanchez ok.
Hjalmar hernanez ha dicho que…
Gracias octubre rojo, los maestros del sistema educativo público nos olvidamos que somos obreros y nos debemos al pueblo.
Tenemos quiza un falso "orgullo intelectual" que no permite que nos "bajemos" del pedestal y CONOCER la realidad de nuestros alumnos.
Una de las cosas que debemos hacer ya, al final del año hacer un feedback con los alumnos y conocer lo que hicimos mal y lo que hicimos bien de parte de ellos (claro que para eso tenemos que dejar nuestro "orgullo")... para asi mejorar el siguiente año...
Saludos fraternos desde texistepeque.

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