Plática con Piedad Bonnett


Piedad Bonnett es una mujer menuda de olor agradable. En una habitación diminuta del CCESV nos habla un poco de sus novelas, sus personajes y de su proceso creador. "Escribiendo novela aprendí a ser paciente", comenta. "A veces es todo un proceso de reingeniería. Mi última novela la corregí once veces", nos dice.

Piedad comenta que uno no pueder forzar a que las cosas salga como quieren. Un par de veces tuvo que parar alguno de sus libros para documentarse, para "llenarse" y continuar escribiendo. "Un libro es un proceso de maduración".
Hablamos sobre aspectos generales como la trama, tema, acciones y los personajes.
La plática se pone mejor en la medida en que los participantes preguntamos. William Alfaro y Kike Valencia son los más asiduos en participar.

-¿Cuáles son tus autores favoritos?

Piedad no duda en contestar:

-He tenido mucha influecia de autores centroeuropeos, pero podría mencionar a Blanca Varela, Raymond Carver, Carson Mccullers y Bohumil Hrabal. "Una soledad demasiado ruidosa" debes leerla, y a Carver también, si escribes narrativa- me dice.

- ¿Y de los escritores nacidos aquí, qué opinás? - se me ocurre preguntar.

- ¡Nada! Tengo poca información sobre los escritores de aquí.

Piedad duda sobre la nacionalidad de Roque Dalton y afirma que tendrá que informarse mejor sobre los escritores de por estos lados. Afortunadamente William le sale al paso para presentarle su Once Ideal. Es un buen Once Ideal y ella promete buscarlos y leerlos mientras apunta algunos nombres en su libreta. Me da la impresión de conocer bastante bien su oficio, y por ello me siento satisfecho. Pienso que todos los procesos de escritura son más o menos los mismo y me llevo en la cabeza dos cosas que ya había escuchado antes: paciencia y dedicación.
Aquí dejo un poema de Piedad Bonnett, espero lo disfruten:

SOLEDADES

Exacto y cotidiano
el cielo se derrama como un oscuro vino,
se agazapa a dormir en los zaguanes,
endurece los patios, los postigos,
enciende las pupilas de los gatos.
En las mezquinas calles minuciosos golpean
los pasos de la frágil solterona
que sabe que no hay luz en su ventana.
En el aire hay olor a col hervida
y detrás de la ropa que aporrea la piedra
un canto de mujer abre la noche.
Es la hora
en que el joven travesti se acomoda los senos
frente al espejo roto de la cómoda,
y una muchacha ensaya otro peinado
y echa esmalte en el hueco de sus medias de seda.
Abre la viuda el closet y llora con urgencia
entre trajes marrón y olor a naftalina,
y un pubis fresco y unos muslos blancos
salen del maletín del agente viajero.
Un alboroto de ollas revuelca la cocina
del restaurante donde un viejo duerme
contra el sucio papel de mariposas,
mientras como una red sin agujeros
nos envuelve la noche por los cuatro costados.

Comentarios

Me ha encantado el poema de Piedad
.
saludos desdes España
juancarlo

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