Octubre 1991
Ese día, después de la graduación de mi padre, tuvimos entrevista (y más que eso) con una sopa de gallina que mi madre tenía preparada desde la mañana. Montamos el viejo volkswagen blanco (Gerbee, para los amigos), nos acomodamos como pudimos y pasamos a dejar a mi tío Julio por su casa. No era que no lo quiesieramos llevar, al parecer había solicitado permiso en el trabajo y no podía quedarse por más tiempo. Mi abuelita vivió otros diez años después de esa foto. Mi tío chiquito anda por ahi, donde nadie lo encuentra. No recuerdo qué fue lo pasó en la tarde, pero tuvo que haber sido algo muy bueno. Ese fue uno de los días más gratos de mi infancia.
P.D. El arbusto también se mira bonito.
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