Poemas para confinados


Han pasado tres meses de confinamiento. Tres meses desde que la normalidad del país se rompió y nuestras hábitos fueron sustituidos por otros nuevos: saludar con los codos, portar mascarilla, evitar acercarnos o peor aún, intentar tocarnos y abrazarnos. 

A pesar de todo, he sabido sacar oro de este aislamiento y he invertido horas en lecturas y nuevos proyectos educativos y narrativos. Para mí todo esto fue una sorpresa, debo admitirlo, porque me permitió concentrarme en actividades más creativas, a reconectar con viejas amistades y permitirme un espacio para la experimentación y la autoexploración.

Hace unas semanas, Revista La Zebra publicó unos textos que justamente nacieron de esa experiencia creativa y que recibieron por nombre "Poemas para confinados". Guardo la esperanza de desarrollar una propuesta poética en una sola unidad y retomar los temas que saltan a la vista en dichos versos. Agradezco a Jorge Ávalos por el espacio y la confianza y a Alberto López Serrano por permitirme compartirlos en el miércoles de poesía del día de mañana.

La patria del ridículo

Habitamos una tierra de nadie
una tierra extraña
donde año con año plantan su carpa los eternos titiriteros
meten sus clavos en la entraña de nuestros hijos
y martillan rabiosos
con la sonrisa estampada en la mirada
Vienen a cambiarnos la vida, dicen
aseguran un regalo para nuestros ojos
y si realmente creemos
podremos hacer esos sueños
una entera realidad para nuestra carne
Se visten de lino
se pintan la cara
y nos presentan el estrafalario circo de las pulgas
y en medio de su sonrisa ridícula y atroz
nos narran, con altibajos, las proezas de sus alimañas
nos gritan en la cara sus acrobacias
y nos exhortan
a que imitemos sus portentos
porque nosotros también somos (ellos bien lo saben)
hijos de la pulga
el piojo
la lombriz
y la cucaracha.
Y mientras nos cantan sus canciones de feria
mientras nos muestran sus títeres siniestros
y danzan y lanzan

papelitos que la audiencia come
como palomitas de maíz
nos envuelven en su telaraña de ideas infinitas.
“Estas ideas son maravillosas”, sentencian
al mismo tiempo que nos sacan de los bolsillos
las pocas monedas que nos quedan para soportar el hambre de las horas
nos sustraen los sueños
mientras depositan en nuestras manos
un espejo para reírnos de lo que hallamos
en el fondo de su reflejo
“Respetaréis estas ideas”, dicen
mientras levantan su carpa
y nos anudan con sus lazos y correas
“¡Respetaréis las ideas!”
gritan
“¡Respetaréis!”
gruñen, mientras se alejaban afanosos,
sin dejar de apuntar con sus cañones de ensueños celestiales
Y así
se marchan
dejando a los habitantes de aquella extraña tierra
con una enorme sensación de desasosiego
deseando olvidar
por al menos unos cuantos años
la enorme vergüenza que les carcome la cara
anhelando a que llegue otro nuevo circo
que nos haga reír y olvidar
al menos por unos instantes
los días de miseria y desencuentros
que nos dejaran los actores del circo anterior.

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